Desde hace unos años se está viviendo una imparable revolución en torno al feminismo, a la igualdad de géneros y a la manera en la que la sociedad ve y da voz a la mujer. Se podría hablar de una nueva ola de feminismo, que ha conseguido mostrar una vez más las vergüenzas de un sistema al que todavía le queda mucho que cambiar. Se han conseguido cosas en los últimos tiempos, y la igualdad es hoy en día mayor que hace cincuenta años, eso es obvio, pero no se puede dar por terminado el camino. Queda mucho por andar, y como se ha podido comprobar con movimientos como elMeeTo o Time´s Up, la fuerza de la voz femenina está agrandándose por momentos. Sin embargo, no todos los debates dentro del feminismo son tan claros. No en todas las ocasiones estas activistas van a una con sus peticiones. A veces también hay discusiones internas a la hora de tratar un tema en particular. Y la prostitución se ha convertido en uno de los cismas más importantes dentro del movimiento. La disyuntiva, en realidad, no es para nada moderna.
La prostitución ha existido desde siempre y todo hace presagiar que, para bien o para mal, seguirá existiendo mientras haya hombres dispuestos a pagar por tener sexo con una mujer. El análisis del problema viene precisamente de la desigualdad absoluta que se da en este negocio, donde ellos, los clientes varones, tienen el dinero, y ellas, las mujeres trabajadoras, tienen la necesidad. Numerosos estudios han apuntado a cifras bastante elevadas de mujeres que trabajan en la prostitución ante la imposibilidad de tener un empleo mejor. Otras muchas, no lo vamos a negar, lo hacen incluso esclavizadas y obligadas por mafias. Buena parte del feminismo aboga por perseguir sin concesiones este trabajo para evitar esas situaciones. Sin embargo, otra visión dentro del movimiento es la de empoderar a aquellas mujeres que, por su propia voluntad, quieran dedicarse a este negocio. Verlo como uno más, y no con el tabú retrógrado y moralista que todavía tiene el sexo. Las nuevas generaciones plantean también nuevas perspectivas en torno al sexo de pago, y muchas son realmente sorprendentes.
Una generación diferente
Buena parte de la fuerza de este nuevo feminismo viene de la generación Z, los jóvenes menores de treinta años que han crecido ya con los medios tecnológicos. Aunque muchos de ellos han sido criados por padres con mentalidad tradicional, han encontrado nuevas respuestas a sus dudas sobre igualdad y empoderamiento.
La cultura ha cambiado con ellos, y esta nueva generación es la que está impulsando precisamente los nuevos cambios. No solo en el feminismo, sino en toda la sociedad, gracias a ser mayoritarios en los medios de nuevas tecnologías que se imponen actualmente. Esta generación es más abierta en lo sexual, entiende mucho mejor lo que significa el placer y lo diferencia del compromiso. Es la generación de Tinder, de los polvos de una noche, de la libertad absoluta, con todo lo que eso conlleva.
Apertura y libertad sexual
¿De qué manera ven los jóvenes la prostitución hoy en día? Ante esta nueva sociedad hipersexualizada, a consecuencia de las redes y de Internet, los jóvenes se han abierto a considerar este trabajo como algo normal. Todavía pesa mucho el tabú moral de “vender” tu cuerpo por dinero, con la connotación negativa que esto supone. Sin embargo, es cierto que esta generación, sufriendo en sus carnes la precariedad laboral y la falta de oportunidades a pesar de la preparación, busca una vía rápida para ganar dinero. Y si eso significa tener relaciones sexuales con otras personas a cambio de ingresos, tampoco sería el fin del mundo. Eso sí, la prostitución se dulcifica, siendo entendida como una elección, y no como una obligación.
Los jóvenes la ven desde el lado “bueno”, no desde la posición de esas mujeres que son extorsionadas para tener relaciones, y apenas ganan dinero con ello. Esta visión distorsionadade la prostitución ha llevado a muchos a apoyar la regularización de este oficio. Dentro del feminismo, de hecho, existe una corriente que aboga por tratar a estas mujeres como trabajadoras cualquiera, con el fin de protegerlas y ofrecerles opciones en caso de que su situación no fuera la ideal. Actualmente, las prostitutas no cuentan con recursos para protegerse contra los abusos. De hecho, muchas de ellas se niegan a acudir a la policía si son agredidas, porque piensan que van a salir perdiendo. La libertad sexual, al menos como la entiende la nueva generación, significa también poder hacer con tu cuerpo lo que desees, incluso ofrecerlo para el sexo a cambio de dinero. Sin embargo, una mayoría del feminismo, también en la juventud, propone abolir este negocio y ofrecer a las prostitutas otras vías alternativas para poder dejar el oficio.
El efecto del porno y de Internet
Las nuevas generaciones no nacieron con un pan debajo del brazo, sino con un dispositivo electrónico. Los millenials vivieron el paso de lo analógico a lo digital, pero esta generación Z ya ha nacido con el conocimiento y el uso habitual de las redes y de Internet. Una característica que sin duda les ha llevado a pensar de forma diferente, a manejar sus ideas de una manera totalmente distinta a las de otras generaciones anteriores. Los Z quieren expresarse, y lo hacen a través de las redes, de las más modernas, como Instagram o TikTok. Son aplicaciones en las que hay mucho entretenimiento, mucha diversión, pero poca reflexión profunda. Vídeos de quince segundos con bailes es todo lo que una joven necesita para viralizarse. Y el sexo, además, está presente por todas partes, aunque de manera no explícita. La sexualización de la sociedad es un efecto innegable en los últimos años.
Lo podemos comprobar en películas, videoclips, series de televisión, música e incluso en la moda. Actualmente, las chicas visten tops lenceros y prendas semitransparentes que serían impensables hace tan solo unos años. El atrevimiento a mostrar su cuerpo es algo intrínseco a esta generación, como una forma de empoderamiento. Pero a la vez, el acceso al porno y al material sexual más explícito está más en boga que nunca. La mayoría de jóvenes acceden a la pornografía cuando son todavía menores de edad, y reciben la primera información sexual a través de esas escenas y películas. Esto hace que tengan también una visión distorsionada de lo que es el sexo, una de las razones que pueden llevarles a ser consumidores de prostitución siendo aun muy jóvenes.
Consumidores de prostitución
La disonancia entre las jóvenes feministas y los chicos jóvenes que consumen prostitución, ambos de la misma generación, es más que notable. Muchos expertos apuntan a que esta radicalización de posturas es un efecto natural cuando se produce un cambio tan grande como el que hemos tenido en los últimos años. Ante la postura más radical del feminismo actual nace una confrontación con jóvenes que defienden los valores de siempre.
De hecho, en muchos países la cantidad de chicos jóvenes que van a burdeles y prostíbulos ha aumentado considerablemente. La explicación puede tener que ver con el hecho de estar constantemente expuestos al sexo en Internet, o a la necesidad de probar sus condiciones sexuales lo antes posible. Razones hay muchas, pero la realidad es que la prostitución, aun con todo, sigue estando hoy en día más en boga que nunca.